“Todos Somos Vicentín”

05/07/2020
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PALABRAS CLAVES

Pablo Rospide *
Si decimos por ahí que los ahorros de toda una vida a uno se los terminaron afanando, ¿en que pensamos? La respuesta creo que es unívoca. Casi sin dudar arriesgaría a que todos pensamos en lo mismo. Un número de cuatro cifras, un año, el 2001.

¡Y es evidente que si coincidimos en esto es porque todavía lo tenemos demasiado fresco y claro que ‘veinte años no es nada’!

En mi caso difícil de olvidar. No por damnificado directo sino porque laburaba en una compañía de seguros, yanqui. Justo ahí. Frente a la ochava de Diagonal Norte y Florida. Donde se ubica todavía el mítico e histórico edificio del ex Banco de Boston. Construido en el año 1924 en el ‘cuore’ mismo de la city porteña. Yo trabajaba en un tercer piso, con mi escritorio junto a una ventana que daba a la calle. Así que, desde allí, todos los días de lunes a viernes y con el top de las 15, sonaba en mis oídos la más nefasta y triste música, como lo fueron y siguen siendo un símbolo, ese de las execrables cacerolas.

En ese momento empuñadas con un sentido de bronca y pedido de justicia. Al son de aquel cántico popular que decía… “piquete y cacerola, la lucha es una sola”. “Chorros, chorros, chorros, devuelvan los ahorros”. Rara experiencia de esa mixtura de clases que nunca más se volvió a dar. Más tarde, ese inefable utensilio mutaría llenándose de otro significante.

Cacerolas, martillos o cualquier otro elemento contundente les era útil a esos pobres estafados, que blandían con todas sus fuerzas y enajenados de bronca le daban duro contra el enorme pórtico de bronce. Banco que, como tantos de entonces, no honraron sus compromisos. Y tras un puñado de años y después de haberse tragado los ahorros de millones de ‘nadies’, como el peor tsunami económico y social que azotó al país, llenaron sus arcas y volaron. Con todos esos peculios del color esperanza y la cara de Franklin. Y que como pasa en todas las crisis, el pato lo pagan esos hombres y mujeres de a pie. A los que nunca les llegó ni un chasqui para avisarles de lo que se venía.

Ahorros, reservas, canutos, puchos, monedas. Tal vez resultante de ciertas mezquindades, dejos de avaricia, tacañería o lo que fuere. Pero que eran propiedad privada, tenían un número de cuenta, nombre y apellido. Potestad supuesta única e irrenunciable por parte de cada uno de esos desgraciados, lúmpenes bancarizados.

Dineros que les fueron arrebatados junto con la complicidad de un Gobierno que disfrazó un sistema que incubó desde su origen, el huevo de una serpiente. Que nos tentó a todos con la manzana de la estabilidad y la inflación caduca. La ponzoñosa Convertibilidad. Donde compramos el cuento del Tío Domingo, ese que rezaba como mantra que un Pellegrini, un peso, era igual que un Washington, forever. ¡Que ilusos e imberbes fuimos! Compramos a paquete cerrado esa utopía que nos fue implantada por el embuste de un político de fuste, pero en sentido contrario. Que ataviado como el odio inspirador sarmientino, nos hizo creer que jugábamos en la Premier League.

Entonces… ¿Alguien podría salir en defensa de los Bancos, ese invento medieval de los Medici en la Italia del siglo XV y condenar la reacción de esos infortunados ahorristas? Creo que nadie.

Lo llamativo es que hoy día existe un correlato análogo entre aquella historia y que muchos defienden a capa y espada. Me refiero al rol de la presa dominante junto a la oposición política. Que arguyen por una clase empresarial que, con noventa años de timón, terminaron chocando el casco contra el Puerto de Rosario. Vaciamiento resultante de una ingeniería digna de atracadores. ¿O me van a decir que lo de Vicentín no es parecido?

¡Vamos! Seamos honestos. Esta agroexportadora de capitales nacionales también es como un Banco. Sus activos están en granos. Vicentin les compró la cosecha a casi tres mil pequeños productores y a cambio les dio un ‘pagadios’. Mientras tomaba préstamos, aun cuando ya estaba besando en la lona. Gracias a la connivencia de un Gobierno, que usurpó el Estado con el cuento de los votos y que muchas veces se dedicó a ejercerlo con la impunidad de las botas.

Después de haber visto esas ‘inorgánicas y espontáneas’ manifestaciones, muy patrióticas, con la marca de ...#TodosSomosVicentin.

¿Alguien podría estar de acuerdo en defender a una empresa que estafó a tantos chacareros? ¿Que dejó colgados del pincel a miles de proveedores? Que debe millones de dólares no sólo a bancos extranjeros, sino también a la banca pública, al banco Nación (300 palos verdes de todos nosotros). Porque todos nosotros hacemos el Estado. Porque el Estado somos Todos y a Todos, Vicentín nos quedó debiendo.

Y entonces quien podría estar en contra de que el Estado, que somos todos, salvemos a una empresa estratégica para la generación de divisas que tanto nos hacen falta para pagar la deuda malhabida que tomó el gobierno anterior. Firma de un Plan Marshall de fuga, donde el Ejecutivo jamás tuvo intención de darle parte al Congreso. Ámbito en el que todos nosotros estamos representados.

Y que, por el contrario, ahora hay clara intención de parte de un gobierno popular, que apuesta al rescate. Discutiendo un proyecto, Parlamento mediante. A pesar de que como en loop, la ‘máquina de impedir’ se active nuevamente con la nafta de aquello que citaba Unamuno: ‘no sé de qué se trata, pero me opongo’. Y salen a agitar la sábana berreta del ‘camino a Venezuela’.

Como si la palabra 'Expropiar' fuese propiedad de este estado fallido. Vicentin es una multinacional de pies a cabeza (cuenta con socios económicos e inversores extranjeros).

Tiene un peso decisivo en el producto agroindustrial de la Nación dado que representa el 9% del total de las exportaciones de granos y subproductos procesados. Sus fábricas, son las de mayor capacidad si hablamos de molienda de granos y exportación de soja con valor agregado (aceite, harinas y derivados).

Estos números sobran para comprender la preocupación del gobernador de Santa Fe, Omar Perotti. Que no sólo recibió una provincia con más de 2700 empresas maltrechas durante los cuatro años del gobierno de Macri, sino que debe preservar a este gigante que es Vicentin. Que aparte les dio nombres a calles, escuelas y es el más grande empleador y del cual dependen cientos de productores, empresas asociadas y es parte fundamental del tejido comercial de pueblos enteros. Y cuya propuesta superadora a la ‘expropiación’ presentada por el mismo Perotti, también es rechazada por la conducción de Vicentin. Aun cuando sea interesante y equitativa en cuanto a participación, ya que además del Estado Nacional y de la provincia, les da un rol preponderante a las mismas cooperativas y a los productores siendo socios en la nueva empresa.

Todos sabemos que, en este sistema capitalista, la figura de la propiedad privada es un pilar inalienable. Pero también debemos decir que ese derecho, también conlleva obligaciones. Por ejemplo, el pago de los impuestos. Otro, honrar las deudas, que sería el respeto del derecho de propiedad de los demás, en este caso, de los acreedores. Entonces no deja de llamar la atención que en la foto del caso Vicentin la importancia del concepto de propiedad sólo aparezca como un derecho del deudor, de esos mismos dueños que la vaciaron y no de todo el conjunto a los que se les debe.

Y sobre llovido, ahora aparece como en un remake de medidas cautelares, un Juez, Fabián Lorenzini. Que tramita el concurso y que rechazó la intervención del Estado Nacional y de la provincia, y que oh sorpresa, trabajó 18 años en el Banco Nación de la ciudad de Reconquista. Y que falló como asesor jurídico al menos a favor de tres de los créditos ahora defaulteados. Por eso estudian recusarlo. ‘Nada Es Casual’ diría un amigo.

Porque la verdad es que, en este caso, lo que no quieren tampoco grandes grupos de medios como Clarín y La Nación- que recordemos que son socios fundadores de la Feria anual de Expo agro- es que el Estado meta la nariz en todo este entuerto que se llama “Comercio Agroexportador”. ¿Pero por qué?

Porque, por ejemplo, un tal José Antonio Aranda, componente de esa tríada de dueños del autodenominado Gran Diario, es uno de los mayores exportadores de un cereal como el arroz, Y que se dedica a cartelizar los precios y provocar subas indebidas de este alimento.

Además, porque en este enorme y multimillonario nicho de nuestra economía primarizada como lo es la exportación de granos, existen zonas grises y oscuros agujeros y no precisamente de ozono. No.

Digámoslo sin pruritos. Vicentin es una banda de CEOS que "recibieron un préstamo, tomaron granos, fugaron todo en cuanto pudieron, dictaminando una quiebra y dejando a su paso un tendal de acopiadores y productores en la calle".

Vicentin les mintió a sus mismos accionistas. Esos a los que les decía que no podía pagar sus deudas con la mano derecha, mientras que, con la zurda, vendía una de las empresas del grupo, Renova (que produce biodiesel, harinas y aceite de soja) a la suiza Glencore. Venta que ahora está siendo investigada en los Tribunales de Nueva York.

Por eso, antes de que se la quedaran grupos cerealeros foráneos, la irrupción del Estado es preponderante. Y que nobleza obliga, la intervención, se la pidió Vicentín al Gobierno nacional. No fue una trasnochada de Alberto Fernández, no.

Donde existe un informe de la Inspección General de Personas Jurídicas de la provincia, que detallan una red de sociedades vinculadas a Vicentin. Que cambiaron de nombre y que recibieron aportes de capital. Una con sede en Uruguay ("el verdadero centro de control" dicen, ya que, cruzando el charco, se subfacturaba para pagar menos impuestos). De Vicentin Paraguay (con la que se triangularon ventas de soja, ya que en ese país tampoco se pagan retenciones como acá). Y otras como Vicentin Europa y Vicentin Brasil. Estas empresas están constituidas por integrantes del directorio de la Vicentin local. Ahí en Avellaneda, Santa Fe.

¿Y después nos hablan de ‘empresa familiar'? ¿Qué familia se dedica a crear todo este entramado de empresas? Mas bien es una familia al estilo de Al Capone. Con figuras jurídicas que se le pegan como en álbum. Contrabando, triangulación, evasión, fuga y lavado off shore. Casi nada. Cartón lleno.
Para el Estado, recuperar la empresa es algo ‘estratégico'. Porque Vicentin puede transformarse en una ‘empresa testigo’. Un actor principal y en la mitad de la cancha para ver cómo se desarrolla este juego.

¿Y por qué reaccionan tal mal, los figurones del establishment local? ¿Por qué ese discurso violento, respecto a la decisión de intervenir la empresa? ¿En verdad están preocupados por la falta de seguridad jurídica, el respeto a la propiedad privada, las finanzas públicas y el respeto a la Constitución? No, todo lo contrario.

Estos popes de la escena económica nacional muestran un escozor típico e histórico, como la derecha política y económica argenta que son.

Le provocas pavura, que el Estado tome control de la compañía a través de YPF Agro. Estrella principal en el core del nicho de negocios más rentable del país, como es la producción agropecuaria y el complejo agroexportador generador de divisas para la tan ansiada reactivación.

Y que apunta por primera vez en 50 años, a transformaciones de fondo, estructurales en el funcionamiento de la economía local. Dado que el Estado estaría clavando el bisturí en el cuerpo del poder económico concentrado.

¡Por eso es por lo que se ponen como locos! Porque desde hace tiempo, los controles y las regulaciones del Estado en este rubro, no son eficaces. Ya que deja flancos abiertos por donde se cuelan corrientes que subfacturan exportaciones, retienen cosechas en silo bolsas, negrean parte de su producción y hasta buscan meter presión pulseando devaluaciones al momento de liquidar dólares. Además de como ya dijimos, triangular operaciones con firmas en paraísos fiscales y así eludir el pago de impuestos, fijando precios internos que perjudican a productores y consumidores. Por la sencilla razón de que se oponen a que se mejore sustancialmente estos mecanismos de control.

AEA - La Asociación Empresaria Argentina- también se ‘paró de manos’. Ya que, desembarcando el Estado, quedarían desnudos, totalmente expuestos con su peor cara de elusión, evasión y deberes malhechos respecto de toda la cadena productiva y comercial. Por eso no quieren un Estado mamut, pisando el bazar de su negocio y muchos menos en una actividad exportadora. Como muestra, quiero recordar que dentro de AEA hay tipos pesados y muy conocidos. Clarín y Techint los principales.

La Bolsa de Cereales y el Foro de convergencia empresarial, otros muñecos que siempre salen en esta foto, también rechazan el papel del Estado. Y sentencian que lo mejor es garantizar una buena negociación entre todas las partes. Acreedores, trabajadores y grupos económicos posibles compradores de Vicentin.

O sea, que el Estado haga todo lo que esté a su alcance para salvar la empresa, los laburantes, a los que les debe y a los productores, pero que no embarre más allá de este chiquero. Que solo se ocupe de ordenar Vicentin, para terminar de entregarla a algún grupo privado (y si es extranjero, mucho mejor).

De este modo ningún cartón pintado de la pared del escenario se verá afectado. Y la impunidad seguirá rampante como siempre.

¿Quién podría estar en desacuerdo con que Vicentin reemplace a los sátrapas que todavía dicen conducirla, con una management profesional de la mano de YPF Agro? Dándole a esa intervención estatal, una impronta mucho más eficaz y eficiente en el comercio exportador de granos. Buscando regular de alguna manera los precios en toda la cadena productiva transparentando la operatoria en favor del mercado interno.

YPF Agro podría ser un pivot respecto de costos, precios, formación de proveedores demarcando políticas claras y en favor de los pequeños productores.

Volviendo al concepto de ‘empresa testigo’, la nueva compañía sería indicador para una planificación más eficiente de parte del Estado en el mercado de cambios y cereales. Por más que muchos digan que el precio de la soja se define en Chicago.

Y que, ante situaciones reales, como la suba del trigo, cuando los molinos dicen que falta la harina y entonces sube el precio de la materia prima, ergo el del pan y de sus derivados, YPF Agro podría develar la foto completa del caso, por ende, intervenir para morigerar el impacto social y económico. Dado que como es una empresa estatal, se anticiparía a los vientos dentro de la producción, lo que redundaría en más estabilidad, preservando al consumidor y dándole mayor ganancia hasta el más pequeño de los chacareros.

En definitiva, si el Estado juega, lo haría de manera rutilante para conocer más a fondo y desde adentro, toda la cadena de producción planificando eficazmente la oferta.

Para terminar, el rescate por parte del Estado de Vicentin, apunta a una estrategia sanadora de la mano de la marca más confiable para los argentinos como lo es “YPF-Agro”. Además de evitar una mayor concentración y extranjerización en un sector clave, sino el más importante de la economía argentina. La exportación de granos.

Por eso las uñas que muestra el establishment. Ratificando la inexistencia de una burguesía nacional. Que nunca ayuda para desatar el nudo del estancamiento y lo difícil que se hace empujar un proceso tal vez más dinámico y virtuoso para el desarrollo del país. Y a no olvidarse que, en los noventas, en cuanto el modelo económico le entreabrió la puerta, prácticamente todos los grandes grupos industriales vendieron y copados por el capital extranjero.

Entonces, si #TodosSomosVicentin ¿no seremos todos chorros?

@pide67
Periodista, locutor, conductor de ‘Nada Es Casual-Tropezón de Radio’ FM Fribuay 90.7