“Me pidió que me agache, que rece un Padre Nuestro y me despida de mi familia”

El relato en primera persona de un brutal ataque sexual a una abogada por parte de un colega, en un consultorio pericial ubicado a metros del Palacio de Tribunales. Amenazas de muerte y secuelas en el cuerpo y la psiquis. Pide ayuda para enfrentar el juicio. “Si no lo difundo, voy a ser un femicidio más”, lamentó.

01/02/2019
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SN Online

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Morón

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Por María Iribarne

“Hoy habló como víctima, tratando de dejar colgado el traje de abogada. Estudié toda mi vida, fui consagrada con medallas de mejor promedio en secundaria, en la facu, diploma de honor. Trabajo desde los 15 años. Nunca imaginé que encontraría el peor dolor de mi vida el 23 de noviembre de 2015 a las 12 del mediodía. Ese día, comenzó mi pesadilla. Fui violentamente golpeada, intimidada, privada de mi libertad, sometida a brutales tratos, insultos, asfixida por ahorcamiento, maltratada psicológicamente y amenazada de muerte”, contó Fiorella Mucholi.

Pasaron más de tres años, pero aún sufre las secuelas del ataque que ocurrió en el consultorio del perito y médico del Servicio Penitenciario Federal, Roberto Demkiw, ubicado a metros del Palacio de Tribunales de Morón y el lugar donde trabajaba en ese momento. El agresor es también abogado, y su nombre es  Sebastián Moure.

En la denuncia, Fiorella relató que ese día, debiendo estar de licencia por un post operatorio, decidió ir a trabajar en el consultorio por la cantidad de expedientes acumulados. "Llegó el Dr. Moure, como cualquier abogado a entregar estudios médicos pedidos por el Dr. Demkiw, yo secretaria, lo dejé pasar", explicó.

“Como no había portero en el edificio, bajé a abrirle a mi cuñada, que trabajaba conmigo. Él quedó solo en el consultorio. Cuando regresé, ahí comenzó el ataque. Este sujeto me empieza a golpear, a pedir que no lo mire, me toca todo el cuerpo, yo con corpiño ortopédico aretha de 12 ganchos frontales, dos heridas con siete puntos en cada mama que no me permitían ni frenarlo, tampoco lo intenté, porque no entendía que eso era una violación. Pensé que era un robo, pero se ponía más violento, se sacó la ropa, forcejeó todo el tiempo conmigo para sacarme el jean que me quedaba gigante y penetrarme”, recordó.

En ese momento, Fiorella sintió que se "moría": "Me pidió que me agache y rece un padrenuestro que me despida en voz alta de mi familia, porque de ahí me iba en bolsa. Siempre la amenaza fue de muerte. Lo hice, luego me levanté, ya no recuerdo el orden en que sucedió cada episodio, pero sí recuerdo su olor, la marca de su camisa Penguin acuadrillé, sus zapatos boating, su morral de cuero marrón que arrastraba con sus pies hasta donde me llevaba a someterme. Me puso un cuchillo en el cuello, me tiró al piso varias veces, me pidió que le haga sexo oral".

A pesar de haber pedido ayuda al dueño del consultorio, la víctima denunció que nunca la asistió. Cuando se pudo componer salió del lugar y fue directo a un centro de salud por las lesiones que tenía. "Luego junté valor y lo denuncié. Atravesé todas las etapas de la investigación penal, sometiéndose a pericias revictimizantes, humillantes, pero siempre con la búsqueda de justicia como único objetivo”, reveló.

La denuncia fue enviada al Colegio de Abogados de Capital Federal y al de Morón, presedidos por Jorge Rizzo y Jorge Frega, respectivamente. No obtuvo respuesta de ninguna de las dosentidades. "Pese a estar procesado, no le suspenden la matricula. Sigue ejerciendo e, inclusive, el vicepresidente del Colegio de Abogados de Morón, Juan Navarro, es testigo de Moure. Siento que el Poder Judicial lo apoya y que el Colegio lo protege", criticó.

El caso llegará a juicio en 90 días. El hombre será juzgado por “abuso sexual gravemente ultrajante”, un delito que prevé una pena de 4 a 10 años de cárcel. Fiorella quiere que su caso sea considerado como violencia de género y daño grave a la salud: "El perjuicio ha sido configurado en mi persona, en todas las esferas, desde mi desarrollo en relación, mi trabajo, porque el imputado me persigue en Tribunales de Morón y sus inmediaciones, en mi salud, conforme los tratamientos que efectúo, en mi integridad sexual, social y familiar. El daño es también a futuro, dado que por el término mínimo de tres años, tengo totalmente prohibido ser concebir un hijo".

En ese marco, Fiorella contó que su agresor sigue libre y, en seis oportunidades, violó la perimetral. "Si no lo difundo, voy a ser un femicidio más. Intenté quitarme la vida pero ahora estoy en otro plano, firme en mi lucha, pero con temor, porque se acerca el juicio y tengo miedo a morir. Que me mate para no ir preso. Así sufrí, así sufro. Antes quería morir para no recordarlo más. Ahora quiero vivir para verlo preso y que no dañe a nadie más. ¿Qué me impulsa? Que no ataque a otra, a mi ya me mató el alma", sentenció.

En diálogo con SN Online, Juan Pablo Gallego, consultor internacional en materia de violencia de género y abogado querellante en la causa que llevó al cura Julio Grassi a prisión, consideró que es "llamativa la calificación atenuada con la que los hechos que vienen probados llegan a juicio". Y advirtió: "La ausencia de control de impulsos en el imputado, que emerge de la descripción del requerimiento fiscal, pone de relieve una peligrosidad incompatible con la irrestricta libertad con la que llega beneficiado a la etapa plenaria, con el evidente riesgo para la víctima".